Colaboradores de Dios



                                          Colaboradores de Dios
Rev. Virgen Laborde , Obispa Auxiliar
Rev. Virgen Laborde Figueras, Obispa Auxiliar de la Iglesia Evangélica Unida en Cuba.

INTRODUCCION:

’’ Nadie viene a mí, a menos que lo trajere mi Padre’´, (Juan 6:44) porque aquí dice que es necesario que el hombre oiga y aprenda del propio Padre, y que es necesario además que todos sean enseñados por Dios. Con esto Cristo enseña y en forma muy evidente, no sólo que las obras y los empeños del libre albedrio son vano, sino que aún la misma palabra del evangelio es oída en vano si el Padre mismo no habla, enseña y trae en el corazón del hombre.

‘’Nadie puede venir, ‘’dice;  y esto es una afirmación segura de que esa fuerza  con que el hombre puede hacer algún intento de acercarse a Cristo esto es, a lo que atañe a la Salvación, que esa fuerza es nula. Tampoco resulta un apoyo del libre albedrio lo que la Disquisición de Agustín para desacreditar este  pasaje tan claro y convincente. Dios muestra no sólo uno de sus bienes, los muestra todos, y muestra además a su propio Hijo Cristo, a quien ningún hombre sigue, a menos que, en el interior de éste, el Padre muestre otra cosa y traiga. A los piadosos que ya son ovejas de Dios y conocen a su Pastor, a ellos si puede aplicarse con propiedad este ejemplo; pues ellos viven en el Espíritu, y al ser impulsados por él, siguen a donde Dios quiere que vayan Y a todo lo que él le  muestre.

Por otra parte las personas convertidas a Cristo por su evangelio se convierte en colaboradores de Dios para alcanzar a los que aún no han conocido de la obra redentora de Jesucristo en la cruz.  Es aquí donde la Iglesia Evangelica Unida y el Proyecto JOEL  entran  en escena como colaboradores de Dios para que Cuba sea ganada para Cristo. Y para poner acceder a la sociedad civil con un mensaje  de amor, paz y justicia.
DESARROLLO:

1.-  Sobre la Ley
                                         
Desde el punto de vista de Dios , los que más se empeñan con las obras de la Ley, son los que menos cumplan con ella, por cuanto carecen del Espíritu, único capaz de cumplirla. Podrían intentar  una y otra vez con sus propias fuerzas, poder realizarla, pero el resulta- do será nulo, por ello el Apóstol San Pablo insiste tanto  en la asistencia imprescindible del Espíritu, sin el cual las obras de la Ley, por muchas que se hicieren, no justifican.  

Pablo divide a los hacedores de la Ley en dos fases: a los unos los presenta como hombres que obran impulsados por el Espíritu, y a los otros, como impulsados por la carne, pues un estado intermedio no hay. Afirma nuevamente que ¨Por las obras de la ley ninguna carne será justificada¨, significando esto que unos se empeñan en hacer las obras de la ley sin tener el Espíritu, por cuanto son carne, es decir, impíos y desconocedores de Dios, hombres a quienes las obras  no aprovecha para nada.

De todo esto se hace claro que el Apóstol opone el Espíritu a las obras, así como lo opone o todas las demás cosas no espirituales, a todas las fuerzas y títulos de la carne, de modo que no se puede dudar de que la opinión de él coincida perfectamente con la de nuestro señor Cristo, expresada en Juan 3: ¨ Todo lo que no es nacido del Espíritu, es carne¨. Por más bello, santo y excelente que fuese, hasta las obras supremas de la ley divina, sean cual fueren las fuerzas que las produjeron.       
       
Pues lo que se necesita es el Espíritu de Cristo sin el cual todo es digno de condenación. En efecto, andar con las obras de la ley, es lo más grande que se puede decir en cuanto al hombre, no es el hecho de los que andan con pecados e impiedad en contra de ella, sino los que andan con las obras de la ley, los más nobles y los más empeñosos en cumplir, los que más allá de la fuerza del libre albedrio contaron con la ayuda, orientación y estímulo.   

Pensemos que si el libre albedrio, aún cuando es ayudado por la ley y se esfuerza al máximo para darle cumplimiento, no aprovecha para nada, ni justifica, sino que permanece en la impiedad y en la carne, nos preguntamos, qué habrá que pensar del poder que tiene por sí sólo, sin ayuda de la ley. Pues tan ciego es que ni siquiera sabe lo que es pecado, sino que necesita de la ley para que se lo enseñe, ya que de lo que es pecado pensará que no lo es, y lo que no lo es, pensará o lo considerará pecaminoso.  La experiencia da pruebas más que suficientes de cómo el mundo odia y persigue la justicia que vale ante Dios y cómo la adorna de herejías y de errores y le impone más y más infamia  por medio de personas que ante los hombres tienen la fama de ser los mejores y los que más se afanan por ser justos y piadosos, mientras que por otro lado ensalzan y pregonan como justicia y sabiduría sus propias obras y propósitos, que en verdad son pecado y error. Por tanto, vemos con esta afirmación  que  por medio de la ley viene el conocimiento del pecado, y con esto Pablo tapa la boca al libre albedrio, porque enseña que no conoce su propio pecado y que no existe en la ley prueba alguna para el libre albedrio ni tampoco coopera en el logro de la justicia; pues lo que viene por la ley no es la justicia, sino el conocimiento del pecado, su fruto, la obra y la función es ser una luz  para los ignorantes y los ciegos, pero una luz tal que pone de manifiesto la enfermedad, el pecado, la maldad, ,la muerte, el infierno, la ira de Dios. Ayudar contra estas cosas y librar al hombre de ellas no es su tarea; sólo y únicamente las pone de manifiesto.   

Cuando el hombre llega a conocer la enfermedad del pecado, lo asalta la tristeza, se siente afligido, hasta cae en desesperación, la ley no le ayuda, mucho menos puede él ayudarse a sí mismo. Por lo que es necesaria otra luz que haga ver el remedio y ésta es la palabra del evangelio que muestra Cristo como libertador de todo eso.  A este libertador no nos  lo muestra, ni la razón ni el libre albedrio. Cómo podría la razón  mostrárnoslo, cuando ella misma está sumida en tinieblas y necesita la luz para que le haga ver la enfermedad que ella misma con su propia luz no alcanza a ver y la tiene por salud.  
Si los pecados se desconocen, no hay posibilidad ni esperanza de remediarlos, por la razón de que los que los cometen no toleran la mano del que quiere remediar (Cristo), y creen gozar de perfecta salud y no tienen necesidad de médico. Por ello es imprescindible la ley que les hace ver claramente, a fin de que con su altivez e imaginada  perfección lo vea y reconozca en toda su perversidad y magnitud, se humille, y suspire con profundo anhelo por la gracia que le ofrece en Jesús.

Si la ley no hubiese dicho: No codiciarás, cómo  podrá saber jamás qué es justicia y qué es lo bueno. Y si no sabe lo que es justicia, qué esfuerzos puede hacer para alcanzarla. No conocemos el pecado en que nacimos, vivimos, nos movemos y tenemos en nuestro ser, más aún, que vive, se mueve y reina en nosotros; cómo habríamos de conocer la justicia que reina fuera de nosotros, en el cielo.

2.- Justicia por la fe.

Pablo nos refiere estas firmes y convincentes palabras ¨ Pero ahora, sin la ley, es manifestada la justicia que vale ante Dios, testificada por la ley y los profetas, justicia ante Dios que viene por la fe en Jesucristo a todos y sobre todos los que en él creen. Porque no hay diferencias, por cuanto todos pecaron y carecen de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios propuso como propiciatorio por medio de la fe en su sangre.

Estas palabras de Pablo son otros rayos fulminantes que lanza contra el libre albedrio. En primer término dice que la justicia que vale ante Dios se manifiesta sin la ley, distinguiendo así la justicia que vale ante Dios de la justicia proveniente del cumplimiento de la ley. Pues la justicia de la fe resulta de la gracia, sin que en  ello intervenga ésta, ni como aporte ni como medio, por lo que existe con mayor razón aún sin el libre albedrio; dado que el supremo afán de éste es ejercitarse en la justicia moral o en las obras de la ley, con lo que recibe apoyo su ceguedad e impotencia.   

Admitamos que el libre albedrio pueda experimentar algún progreso por medio del esfuerzo propio, sea en dirección a las buenas obras, o en dirección a una justicia conforme a la ley civil o moral, no obstante no progresará en dirección por alcanzar la que vale ante Dios, ni tampoco aprecia él en modo alguno el  afán del albedrio por alcanzar la justicia, ya que dice que ésta justicia es válida sin intervención de la ley, sólo en creer y tener fe. ¨El justo por su fe vivirá’, y no admite replica  alguna.

El segundo término es la afirmación de que la justicia se manifiesta y tiene validez respecto de todos y sobre todos los que creen en Cristo, sin que haya ninguna distinción y nadie por más obtuso que sea, pondrá en dudas que la fuerza o el esfuerzo del albedrio es otra cosa que la fe en Jesucristo, cualquier
cosa que no proceda de esta fe, es injusta ante el Señor y no existe un intermedio entre justicia y pecado.

Desde el punto de vista de los hombres claro está, el asunto es distinto: para ellos hay cosas indiferentes y neutrales, que en la relación interhumana no cuentan como deber ni como mérito. El impío peca contra Dios, sea que coma o que beba o que haga cualquier otra cosa, porque en constante impiedad e ingratitud abusa de lo que Dios ha creado, y en ningún momento le da a Dios su gloria con sinceridad de corazón. Se gloria en él todo hombre que sabe con certeza que Dios le otorga su gracia y lo mira con benevolencia de modo que se complace en lo que dicho hombre hace, o le perdona y tolera lo que le place. Por lo que de esto se desprende que si el esfuerzo o afán del albedrio no es algo pecaminoso, sino algo bueno ante Dios, el tiene fundada razón para gloriarse y decir, confiando en esta gloria: le agrada y cuenta con su favor, lo juzga digno  y lo acepta, o al menos lo tolera y lo perdona, siendo esta la gloria que los creyentes tienen, los que no las tienen por el contrario, quedan avergonzados.

Pero esta pretensión del albedrio es rechazada  ya que el hombre carece por completo de tal gloria. Más si esta gloria falta, de modo que la conciencia no se atreve a saber con certeza o confiar en que  le agrada a Dios, entonces es seguro que no le agrada. Porque conforme a su fe será también lo que la conciencia obtiene; pues no cree que pueda contar con el beneplácito de Dios como  con algo seguro, lo cual sin embargo es necesario, puesto que es precisamente la grave culpa de la incredulidad el dudar del favor de él, quien quiere que se crea con firmeza total en la realidad de su favor, mostrándoles así  a los defensores del libre albedrio sobre la base del testimonio de su propia conciencia que por carecer de la gloria de Dios, el albedrio es y permanecerá siempre culpable del pecado de incredulidad con todas sus fuerzas, afanes y serios intentos.

Seguramente que por la fuerza del albedrio  no sería guardado uno solo, sino que todos juntos caeríamos en la perdición, y estamos completamente seguros que Dios se complace en nosotros, no por el mérito que tenga nuestro obrar, sino por el favor de la misericordia que él  nos prometió; y si lo que hacemos es demasiado poco, o es malo, estamos seguros que no nos lo  imputará, sino que como buen Padre nos lo perdona y corrige. Este es el motivo de gloriarse en su Dios que tienen todos sus hijos que le han conocido por la revelación de su palabra  que han creído y le han creído a él.   Al Dios verdadero y 1uno, y como es enteramente incomprensible, inaccesible para la razón humana, es lógico, más aún, es necesario que también su justicia sea incomprensible: Así lo proclama el Apóstol Pablo con las palabras ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y el conocimiento de Dios!¡Cuán incomprensibles  son sus juicios, e inescrutables sus caminos.

No serian  incomprensibles, sin embargo, si nosotros fuésemos capaces de captar, a través de todos los detalles, por qué son justos. ¿Qué es el hombre comparado con Dios? ¿Qué alcance tiene el poder nuestro comparado con su poder? ¿Qué es nuestra fuerza al lado de las fuerzas de él, y qué el conocimiento nuestro en comparación con su sabiduría? ¿Qué es nuestro ser (sustancia) ante su ser?  En resumen ¿Qué es todo lo nuestro comparado con todo lo suyo?

Si admitimos, aún a base de lo que nos enseña la naturaleza, que el poder de los hombres y su fuerza, su sabiduría, su conocimiento y su ser, en fin, que todo lo que nosotros poseemos, es una absoluta nada si lo comparamos con el poder de Dios y la fuerza, la sabiduría, el conocimiento la justicia y el juicio, y le atribuimos al juicio nuestro, una perfección tal que  nos atrevemos a comprender, juzgar y justificar el juicio de Dios. En efecto, en todo lo demás concedemos a Dios la majestad divina que le corresponde, y sólo en cuanto a su juicio estamos dispuestos a negársela, y no somos capaces de tenerle la fe suficiente como para creer que es justo, pese a que nos prometió que cuando él revele su gloria, todos nosotros veremos y palparemos que él ha sido y es justo.

En fin que el hombre en asuntos espirituales, el entendimiento y la razón son completamente ciegos, y por sus propias facultades no comprenden nada, no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque le son locura, y le falta el entendimiento cuando se le examina acerca de cuestiones espirituales. Sin embargo el Espíritu Santo no obra la conversión sin valerse de medios, sino que para convertir al hombre hace que sea predicada y oída la palabra de Dios, como nos dice Ro  1:16 ´´ El evangelio es poder de Dios para salvación´´, pues la fe viene por el oír la palabra de Dios. Y es su voluntad  que los hombres la oigan y no se tapen los oídos.  

Con esta palabra está presente el Espíritu Santo y abre los corazones de los creyentes, a fin de que la oigan con atención y así se conviertan por  ese único medio: La gracia y el poder del Espíritu Santo, autor único y exclusivo de la conversión, sin la gracia del Espíritu, y si él no concede el crecimiento, es  inútil todo nuestro desear y correr. (Ro 9:16), nuestro plantar, sembrar y regar, como atribuye todo a la gracia de Dios, para que nadie se glorié delante de él.

En la Fórmula de la  Concordia dice que en las cosas espirituales y divinas, que atañen a la salvación del alma, el hombre es como una estatua de sal, como la mujer de Lot, como un leño y una piedra, como una estatua sin vida, que ni usa los ojos , ni la boca, ni el sentido en el corazón. Pues el hombre no ve ni percibe la terrible furiosa ira de Dios debido al pecado y la muerte, sino que continúa en su seguridad aún a sabiendas y de su propia voluntad.

Ningún efecto tiene en él la enseñanza y la predicación hasta no ser iluminado, convertido y regenerado por el Espíritu  Santo (Decl. Sol. II: 20-21). Dice además esa misma Confesión, por lo que las  Escrituras niegan al intelecto, corazón y voluntad del hombre carnal toda clase de aptitud, destreza, capacidad y habilidad de por sí mismo pensar, entender, ser capaz de hacer, comenzar, desear, emprender, poner en acción u obrar cualquier cosa buena en asuntos espirituales, o aun cooperar en la ejecución de tal cosa, sino que son corruptos y están enteramente muertos a lo bueno; de manera que en la naturaleza del hombre desde la Caída, antes de la regeneración; no existe ni se observa la menor chispa de poder espiritual por la cual el pueda prepararse para la gracia de Dios o aceptarla cuando se le ofrece, ni ser capaz por sí  mismo de poseerla ni de aplicarse o acomodarse a ella, ni por sus propias facultades ayudar o hacer algo en su conversión o cooperar en lo mas mínimo para obtenla, sino que es siervo del pecado y cautivo del diablo, que lo manipula a su antojo (Efesios 2:2, 2da Tim. 2:26). Por lo que el libre  y natural albedrio del hombre, según su naturaleza y disposición pervertidas, es fuerte y activo solo en lo que es desagradable y contrario a Dios ( Decl . Sol. II:7).     

En la conversión la voluntad del hombre es puramente pasiva, o sea no hace nada en absoluto, sino que sólo sufre lo que Dios obra en él, lo cual no quiere decir que se realice sin que la palabra sea predicada y oída, ni que en ella no se encienden en nosotros nuevos impulsos por medio del Espíritu Santo, ni se empieza una obra espiritual.

Lo que si debe quedarnos bien claro que el hombre por sí mismo, o por su propio poder natural, no puede hacer nada ni ayudar en su conversión, ni en su salvación  y que no es sólo en parte, sino únicamente, y exclusivamente la operación, divina  y obra del Espíritu Santo, que la ejecuta y la efectúa  por su poder y fortaleza, mediante la palabra, en el intelecto, la voluntad y el corazón del hombre, en tanto que éste  no hace ni obra cosa alguna, sino que solo sufre.

Las personas ya transformadas por el poder de la palabra de Dios en  hijos e hijas santificados por la obra  redentora de Cristo, están llamados por  fe a ser sacerdotes al servicio de Cristo como Rey,  de manera que ahora son colaboradores en la Mission Dei ( misión de Dios) de rescatar lo que se había perdido desde la caída. Es decir proclamar el día favorable de Dios para cada .

3.- La obra luterana y el Proyecto JOEL como agentes de la misión de Dios en Cuba.

El tema de la colaboración del hombre y la mujer en la Misión de Dios de salvar lo  que se había perdido desde la caída de Adan y Eva  es central en la manifestación de la resiliencia de la iglesia cristiana  y las culturas con sus diferentes  códigos. A través del tiempo.

Esta misión es realizada   por intermedio de agentes estos son: El Espíritu Santo, los apóstoles, la iglesia , la feligresía y el Estado..

Dios  actuó  por medio de Jesucristo y continúa actuando por medio del Cristo y de su Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo quien convence al mundo del pecado, ilumina con sus dones a los humanos y por medio del evangelio  los ilumina con sus dones  los lleva al reino de Cristo, quien es el camino , la verdad y la vida. En última instancia el Espíritu Santo agrega a la Iglesia  los que han de ser salvos.

Los apóstoles que nos narra la Biblia fueron llamados por Cristo mismo como auxiliadores y continuadores de su ministerio terrenal.  Según la tradición murieron ahorcados. Sin  embargo tuvieron tiempo suficiente para organizar las primeras comunidades cristianas  , de las cuales la Iglesia Cristiana Universal con todas sus denominaciones somos hoy su continuación histórica y espiritual sobre el principio de unidad en la diversidad.

La iglesia sembrada por los apóstoles tuvo continuidad bajo el liderazgo de los Padres, los obispos y ancianos  desde los tiempos antiguos hasta el presente. Somos una sola Iglesia Universal Invisible concretada como iglesia visible en las múltiples y pluriformes comunidades de fe cristianas  en todo el planeta.  El culto público y las acciones  sociales o diacónicas.  La iglesia siempre es el  remanente fiel de los redimidos  en  cada época,

La misión de los apóstoles continuada por medio de la iglesia a través de  los predicadores se realiza preservando y adaptando los símbolos del cristianismo.

Cuando hablamos de predicadores incluimos aquí  al Ministerio Pastoral,  Oficio Ministerial, es decir;   diáconos, presbíteros, obispos, evangelistas y maestros  de teología y Biblia.  Quienes también se encargan de  equipar a la feligresía para que sea testigo toda de la obra redentora de Cristo.

Una iglesia responsable y reproductiva está llamada formar fieles responsables y reproductivos, que se convierten en agentes de  la misión de Dios y sus colaboradores  conscientes para la redención del género humano.

Por último  para Lutero también el Estado está llamado a ser un colaborador de Dios para que el amor, la paz y la justicia sean el escenario en  el que pueda actuar libremente el Evangelio de la Gracia de Dios en Cristo. En la delimitación de los Dos Reinos, Regímenes  o  Dominios , se encuentra la dialectiva entre lo profano y lo sagrado, garantizando que cada cual, Iglesia y Estado actúen en las esferas delimitadas por Dios, Regimen de la  Gracia y Regimen del Poder , ambos de Dios.  Un Estado del derecho y laico como el de Cuba es un garante del evangelio de Cristo, esta expresión debe servir de base a la misión profética de la iglesia cubana.

La Iglesia Evángelica Unida es autónoma y autóctona, ha elaborado su propia teología y eclesiología y ha definido  desde dentro su proyecto misional.  De una sola congregación  ha devenido gradualmente en un Sínodo que acciona en varias provincias.  

Precisamente el haber comprendido el desafío de ser una iglesia peregrina y misionera le ha permitido asumir  contextualmente su función como agente de evangelización y colaboradora de Dios junto a su cuerpo ministerial y laical.

De un solo pastor la iglesia ha contado con más de una docena de pastores y diáconos y ha logrado recibir   a su labor  más de 1500 fieles. Un crecimiento discreto pero sólido  regido por la confesionalidad luterana que muestra en su enseñanza y ministerio y que comparte con las iglesias hermanas miembros de la Federación Luterana Mundial.

La Iglesia Evangelica Unida en Cuba Sinodo Luterano, ha organizado el Proyecto JOEL Cuba, Ministerio Autosotenido que se encarga  de servir como colaborador de Dios para  alcanzar a los no creyentes, y para acompañar al necesitado sin discriminaciones . También este proyecto es una ventana para el relacionamiento con la sociedad civil.

El proyecto Joel con una práctica  ecuménica  colabrora con 12 denominaciones cristinas en 8 provincias del país, ofrece diversas formas de proclamar el evangelio y el amor de Dios por los humanos. Más de  100 000 personas de todas las edades han sido  alcanzadas por el evangelio  a partir de los eventos del Proyecto.  Su labor diacónica   rebasa los marcos de las iglesias, abarcando a la comunidad de personas que viven con Sida, personas de la tercera edad, niños, jóvenes y adultos que requieren orientación y consejería, así como la labor específicamente evangelizadora a partir de la proclamación del evangelio del reino de Cristo, con distribución de Biblias, y otras literaturas, conciertos del Grupo JOEL VIXION, distribución de música cristiana, ayudas humanitrarias a creyentes y no creyentes, como ha sucedido  en los casos de las poblaciones afectadas por huracanes talñes como : Baracoa, santa Cruz del Sur, Pinar del Rio, habana, Guantánamo, y Santiago de Cuba, estas dos últimas ante los daños provocados por los huracanes Sandy y Mathew..

La participación dr la Iglesia Evangélica Unida en los eventos convocados por la sociedad civil cubana ha permitido expresar con voz profética la voluntad determinada de Dios en favor del amor, la paz y la justicia. Ejerciendo así una función espcial como colaboradores de Dios.  Estamos llamados a ser  canales de bendición para Cuba.




  CONCLUSIONES:

Las obras  por muy buenas  que parezcan, por mucho que nos esforcemos por cumplir, jamás podremos de ninguna manera ser justificados, ni son ante los ojos de Dios de provecho alguno para librar al hombre de su impiedad, de salvarlo. Por lo que aún cuando hagamos todo esto no  nos  justifican,  ni nos hacen agradables a  sus ojos, sino por su gracia.

No hay mérito  alguno para ser justificados, sino  que todos cuantos la reciben  es   gratuitamente; y no se puede imputar a nadie sino a la gracia de Dios. Pero una vez que se le ha donado al hombre la justicia, al mismo tiempo se le ha donado también el reino de los cielos y la vida eterna.  

Tenemos el ejemplo de Abraham que ¨ creyó a Dios, y le fue contado por justicia¨, siendo esta la justicia por la fe, que no se basa en obra alguna, sino en Dios quien por gracia se muestra benigno , o sea al que cree en aquél que lo es todo en todo, su fe le es contada por justicia.

Los Ministros,  las congregaciones, y los fieles están llamados a ser colaboradores de Dios, desde la fe evangélica para el cumplimiento de la misión de Dios de salvar lo que se había  perdido desde la caída.

La Iglesia luterana y el Proyecto Joel están animados a extender sus territorios espirituales ,  geográficos y de servicio  como  Jabes. Continuamos apelando a la buena voluntad del Estado  y el  Partido, para la formalización de lugares de culto y para el uso adecuado de los espacios públicos compartidos, en tanto se diseñe un marco legal para la presencia social de la iglesia.









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